miércoles, 21 de noviembre de 2012

Jacarandá

El silencio de las calles
Me dibuja tu hermosa sonrisa

''Todas la muerte y la vida se colmaron de tul.
  Y en el altar de los huertos, los cirios humean. Pasan los animales del crepúsculo, con las astas llenas de cirios encendidos y están el abuelo y la abuela, ésta con su vestido de rafia, su corona de pequeñas piñas. La novia está todo cargada de tul, tiene los huesos de tul.
Por los senderos del huerto, andan carruajes extraños, nunca vistos, llenos de niños y de viejos. Están sembrando arroz y confites y huevos de paloma. Mañana habrá palomas y arroz y magnolias por todos lados.
Tienden la mesa; dan preferencia al druida; parten el pastel lleno de dulces, de pajarillos, de perlitas.
Se oye el cuchicheo de los niños, de los viejos.
Los cirios humean.
  Los novios abren sus grandes alas blancas; se van volando por el cielo.
''

Ojalá mis sueños y mis realidades fueran la mitad, siquiera, de hermosos. ''Soy'' y ''Yo'' son las palabras más pronunciadas por la humanidad, luego, DIOS.
Tengo miedo, dios, escucho. Yo tengo miedo, dios.
Un dios teñido de jacarandá en una ciudad que lo odia, maltratado, golpeado, machucado, adorablemente triste. Soy feliz, yo también toda de jaracarandá y estoy hermosa.
Mientras duermo, un pequeño viento roza mi cara, en la ventana un día gris, las sabanas más suaves que mi cuerpo podría permitir y el olor a raid que me hace sentir segura, en casa.



¿No que la ciudad huele deliciosa con los tilos ya florecidos?
Sonrío, otra vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario