qué poco atinado que te atropellen una noche de
invierno, cuánto frío que hace para
tirarse sobre el pavimento a pensar
qué triste si vos, hermosa, una noche de invierno caminaras
con el viento en contra y la vista perdida, triste sería que el destino, habiéndote ignorado hasta ese momento,
decidiera atropellarte.
y volaras por los aires pensando en la humedad que eriza los
árboles, viendo la primera estrella de
los deseos nocturnos.
triste ese sueño que sueño con vos todas las noches, cuando
desnuda vas a cruzar la calle de mi ciudad natal.
triste esta flor, en la que no creo.